En Yucatán, las peleas de robots ya no son cosa de Netflix: 158 máquinas y 370 jóvenes creadores

El concurso fue organizado para fomentar las vocaciones científicas y tecnológicas y los robots fueron creados desde cero por estudiantes de primaria hasta universidad.
Por Itzel Chan
Mérida, Yucatán 15 de noviembre de 2025.- Hasta hace poco, yo solo había visto peleas de robots en Netflix. Aparatos de diferentes tamaños, chispas volando y narradores emocionados y esa escena me parecía lejana hasta que en Yucatán vi una sala en el Centro de Convenciones Siglo XXI, repleta de jóvenes concentrados, sensores encendidos y máquinas diminutas empujándose en la “arena” como si fueran gladiadores electrónicos.
Se observaba un ambiente de entretenimiento y al mismo tiempo un laboratorio de vocaciones tecnológicas, donde niñas, niños, adolescentes y universitarios de varios estados del país llegaron a medir sus habilidades y a descubrir que su futuro puede construirse con cables, chips y mucha imaginación.
Se trató de la participación de 158 robots, más de 370 participantes y 50 instituciones educativas.
El concurso fue organizado para fomentar las vocaciones científicas y tecnológicas y los robots fueron creados desde cero por estudiantes de primaria hasta universidad.
Se detectó talento de estudiantes provenientes de Yucatán, Tabasco, Quintana Roo y Ciudad de México y las categorías fueron robot ratón, de tareas, brazo robótico, batallas, mini sumo, recolector y seguidor de líneas.
Entre todos ellos también compitieron máquinas con nombres memorables como “Matarratas”, “Noxitto”, “Balagardo” y un robot llamado Suadero.
Para la secretaria de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, Geovanna Campos Vázquez, el impacto va mucho más allá del entretenimiento.
“La robótica es algo muy lúdico y también es la base de los sistemas embebidos con los que vivimos todos los días. Estos concursos despiertan vocaciones científicas y tecnológicas”, dijo.
Antes de conversar, Campos acababa de conocer a una joven que acababa de ganar tercer lugar. La estudiante, de apenas segundo de secundaria, le confesó que estos concursos la llevaron a elegir su futuro: “Quiero estudiar sistemas embebidos en la UPI”.
“Aquí los jóvenes se miden, agarran confianza y ven lo que pueden lograr. Es muy esperanzador”, añadió.
Las batallas que inspiran
En la arena, un juez observaba atento cada movimiento. Se trata de Andrés Isidoro Pérez Martínez, quien explicó que estas competencias son cruciales: “Hoy la innovación está a la puerta de tu casa. Que los chicos aprendan cómo funciona el mundo es fundamental” agregó.

Andrés destaca que la experiencia es más que competencia porque los estudiantes crean una comunidad de aprendizaje.
“Aquí hay estudiantes de escuelas públicas y particulares. Vienen universidades locales y de fuera. Es muy bonito ver cómo todos comparten conocimientos”, especificó.
El Siglo XXI se convirtió en un espacio de inventoras e inventores que ya están decidiendo su rumbo profesional desde edades sorprendentemente tempranas.
Niñas de 11 años manejando sensores, adolescentes creando aplicaciones para robots de rescate, universitarios construyendo brazos robóticos capaces de tareas quirúrgicas, todo en un mismo universo.
Lo que vi ese día junto con decenas de familias presenciaron superó cualquier episodio televisivo: robots peleando, sí, pero también niñas y niños gritando de emoción, jóvenes calculando estrategias, equipos celebrando como si hubieran ganado un mundial.








